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Usando mi Horno Solar…

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Por Sabina Arias

Horneando tarta de fresas en el horno solar..

Horneando tarta de fresas en el horno solar..

Hace poco me fue heredado el horno solar de mis padres, había permanecido guardado en una caja tras nuestra ausencia por más de nueve años, esperando ser usado, y seguramente añorando los pasteles, tartas, galletas, y numerosos platillos que mi madre solía preparar casi a diario, en aquellos años en que vivimos en un lugar donde el sol nos  acompañaba con su calor y brillo, y las horas de luz intensa eran largas. Recuerdo como de pequeña lo que más me gustaba de estar en casa con mi mamá era verle cocinar, en especial hornear, me encantaba ayudarle a amasar galletas, batir pasteles, rellenar tartas de frutas… Mis padres aun se ríen de como cada entrada de mis diarios de infancia comenzaban con un, “el día de hoy mi mamá cocinó ____, y estaba bien rico, mmmmm!” Disfrutaba del placer de verle cocinar con amor y al comer sus pasteles, galletas, y tartas, sentía ese amor y dulzura con que los había preparado para nosotros. De la misma manera, el día de hoy preparé una tarta de fresas, sin receta ni medidas, con amor y sin pensar demasiado en cantidades ni preocuparme en el tiempo de horneado.

Es la primera vez que horneo algo en este curioso aparato, innumerables veces vi a mi mamá introducir charolas con pasteles de frutas, panes caseros, empanadas rellenas de guisados, tartas de frutas de temporada; así que mientras mezclaba la masa para la costra de la tarta, la estiraba, y finalmente acomodaba en el molde, siguiendo así con rellenarle de fresas, me imaginaba a mi mamá en su cocina y luego en el patio, introduciendo una tarta bien preparada en el interior de la caja con pantallas de aluminio que brillaban bajo el sol. Mi mamá se convirtió en una experta del horneado en horno solar, recuerdo como en mis años de primaria, en clase de ciencias naturales, la maestra mencionó el posible uso de la energía solar, y yo, levantando la mano y con orgullo y alegría conté que en mi casa teníamos un horno solar y que si funcionaba… Tuve la satisfacción no solo de decir, tengo un horno solar, si no de demostrar que no siempre es necesario gastar energía no renovable para producir algo, en este caso un pastel, una tarta, un pan, hasta sopas y estofados. La energía solar no solo es gratuita, sino que no contamina, no daña, y es fácil de usar con un horno solar sencillo.

Mi mamá tuvo muchas aventuras con su horno solar y debo decir que mi padre a la par, tuvo también sus infames desventuras. En mis años de infancia, mi papá no era ni el mejor cocinero ni el mejor panadero… Por ejemplo, recuerdo una vez que decidió hacer unas bolitas de masa rellenas de queso, las cocinó en el microondas, y al sacarles estas se veían esponjosas y hasta antojables, pero en cuanto dejamos que se enfriaran para poder comerlas se convirtieron en algo similar a pedazos de roca, duras como pelotitas de ping- pong. Unos años después, una de las contadas veces que mi mamá no estaba en casa, mi papá se le ocurrió que le hiciéramos un pastel de bienvenida… sacamos todos los ingredientes, pero al pasar la lista mi papá vio que faltaba el polvo de hornear, rápidamente le reemplazó con bicarbonato, preguntándome, y yo como niña pequeña emocionada de estar en la cocina con mi padre, asentí. Vaciamos la masa en un gran molde y lo colocamos dentro del horno solar, esperamos un largo rato a que el pastel estuviera listo. El resultado fue un hermoso pastel esponjoso, alto, vistoso, pero lamentablemente con un terrible sabor a sal que lo hizo incomible. Recuerdo como probamos las orillas al desmoldarlo, un pedazo él y otro yo, y mi primera reacción fue decir “esto sabe a camarón seco,” dado que los camarones secos son horriblemente salados, tanto como el hermoso pastel de mi papa. Así que cuando llegó mi mamá a casa, y vio el pastel entero, en pedazos y tirado en el patio, nos reclamó y preguntó que había pasado… no pudo hacer nada más que reírse. ¿Quién diría que algún día mi papá se convertiría en un excelente panadero? No fue hasta en los últimos tres años que mi papá ha ido experimentando y probando nuevas recetas de pan, tartas, y pasteles. De hecho, comenzó con las tartas y pies, aprendiendo de aquellas tartas de horno solar de mi mamá. Recuerdo una deliciosa tarta estilo rustica, rellena de duraznos bien maduros, creo que esa fue de las primeras tartas con las que nos sorprendió; de ahí se siguió con tartas de moras, manzana, y pasó después a los pasteles de polvo de hornear, finalmente adentrándose a los panes levados que ahora son de sus especialidades… pero todo comenzó con esas primeras tartas de nuestras tardes de verano, cuando la fruta está bien madura y de sobra, y las tardes las pasábamos todos juntos en la cocina.

De manera que hoy, al preparar mi tarta de fresas estilo rustico, con sus orillas dobladas y el centro descubierto, dejando a la vista un relleno rojo y brillante, pensé tanto en las tartas de mi madre como en las de mi padre, en nuestras tardes en la cocina, al igual que en los días de horneado al sol de mi infancia… Al ver mi tarta ya horneada y oler el delicioso aroma a fresas y costra de mantequilla, sentí la satisfacción de haber hecho algo a mano, con amor, con paciencia, y con un recurso de lo más natural y ecológico, con energía solar.